Opinión

Las cooperativas en el haber del “Legado de Francisco”

Por Paulo G. Ares (*)

En el marco de la Semana Social de la Iglesia, que este año lleva como lema “El legado del Papa Francisco”, queremos destaca con fuerza su inquebrantable apoyo al modelo cooperativo, un pilar fundamental de la economía social que el Sumo Pontífice impulsó como una vía concreta para construir una sociedad más justa y solidaria. Su visión trasciende lo económico, presentando a las cooperativas como vehículos de fraternidad y dignidad humana.

Desde su ascenso al papado en 2013, Jorge Mario Bergoglio abogó consistentemente por una economía que pusiera a la persona en el centro, contrastando con los modelos tradicionales que priorizan el lucro. El Papa Francisco describió a las cooperativas como una “parte muy importante de la economía global para el futuro”, y como una “asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes”. Con una frase que ha quedado grabada, afirmó que en una cooperativa, “uno más uno da tres”, porque la sinergia del encuentro humano multiplica las posibilidades.

Una Respuesta Ética a la “Cultura del Descarte”

El Papa Francisco defendió el modelo cooperativo como una respuesta ética a la crisis del capitalismo global, al que acusó de dejar tras de sí una “cultura del descarte”. En su discurso ante la Confederación de Cooperativas Italianas en 2015, el Papa sugirió cinco acciones clave para que las cooperativas cumplan su misión y desafíen esta cultura:

● Creación de empleo y apoyo a los más vulnerables: Las cooperativas deben seguir siendo el motor que levante y desarrolle la parte más débil de las comunidades. Francisco instó a dar prioridad a la fundación de nuevas cooperativas para crear oportunidades de trabajo, especialmente para jóvenes y mujeres, y para aquellos adultos que quedan prematuramente sin empleo. Se manifestó como un “hincha” de las “empresas recuperadas” por sus trabajadores (conocidas como “Worker buy out”), viéndolas como ejemplos de creatividad social que “transforman la crisis en oportunidad”.

● Protagonismo en la asistencia social: El Papa Francisco animó a las cooperativas a ser protagonistas en la creación de nuevas formas de asistencia social, particularmente en el campo sanitario, donde muchas personas vulnerables no encuentran respuestas adecuadas. Abogó por la creación de una “red eficaz de asistencia y solidaridad” entre cooperativas, hospitales y parroquias, poniendo siempre “a la gente, empezando por la más necesitada, en el centro de todo ese movimiento solidario”.

● Desarrollo integral de las personas: Para el Papa, el socio de una cooperativa no debe ser solo un proveedor o trabajador, sino un protagonista que crezca como persona, social y profesionalmente, en responsabilidad y colaboración. Sostuvo que el trabajo en una cooperativa no es una mercancía, sino un derecho y una vía para la realización personal y colectiva.

● Armonización entre trabajo y familia: Francisco destacó la importancia de que las cooperativas promuevan la conciliación o armonización entre el trabajo y la vida familiar, ofreciendo servicios y fórmulas organizativas como guarderías o asistencia a domicilio. Esto, según él, también ayuda a las mujeres a realizarse plenamente en su vocación y talentos.

● Una economía de honestidad y el buen uso del dinero: Aunque reconoció que las cooperativas a menudo están “subcapitalizadas”, el Papa alentó a “invertir bien” y a unir “medios buenos para realizar obras buenas”. Si bien citó la frase de Basilio de Cesarea y San Francisco de Asís de que “el dinero es el estiércol del diablo”, aclaró que cuando el dinero se pone al servicio de la vida, puede ser administrado de manera justa por una cooperativa auténtica, “donde el capital no gobierne las personas, sino que las personas gobiernan el capital”. Insistió en la necesidad de combatir las “falsas cooperativas” que “prostituyen” el nombre, buscando lucro y explotación, y abogó por una “economía de la honradez”, una “economía sanadora” en el mar de la economía global.

“Globalizar la Solidaridad” y la “Casa Común”

El mensaje del Papa Francisco se alinea profundamente con la Doctrina Social de la Iglesia, retomando legados como los de la Rerum Novarum de León XIII y la Caritas in Veritate de Benedicto XVI, y proyectándolos hacia las realidades actuales de desigualdad. Su concepto de “economía del bien común” instó a las cooperativas a ser agentes de cambio en sus comunidades, no solo generando empleo, sino fortaleciendo la cohesión social y promoviendo la dignidad humana.

La encíclica Laudato Si’ de 2015 reflejó su compromiso con el desarrollo sostenible y la justicia social, introduciendo la noción de “casa común”. Para Francisco, cuidar el planeta es un imperativo ético que implica transformar nuestras relaciones económicas y sociales. Las cooperativas, al priorizar el bien común sobre el lucro individual, encarnan esta responsabilidad, cultivando vínculos, defendiendo territorios y sosteniendo vidas a través de su lógica de producción sustentable y trabajo digno.

Además, el Papa Francisco enfatizó la necesidad de construir una “cultura del encuentro”, donde el diálogo y la solidaridad crean comunidad desde la diversidad. Consideró que las cooperativas no solo producen bienes y servicios, sino que “producen comunidad”. Su llamado a “globalizar la solidaridad” es una invitación a las cooperativas a extender su trabajo a nivel internacional, construyendo un camino de desarrollo, justicia y paz, sin perder su identidad cooperativa.

Un Legado Imperecedero

El Papa Francisco, a quien se le ha llamado el “mayor mutualista y cooperativista”, deja una “hoja de ruta” para que el movimiento de la economía solidaria siga desempeñando un papel fundamental en la construcción de sociedades más justas y sostenibles. Su visión, que vinculó el espíritu cooperativo con las necesidades más urgentes del mundo, ofreció “respaldo espiritual y legitimidad ética” al sector.

En esta Semana Social, el legado de Francisco nos invita a seguir apostando, con convicción, por “una economía al servicio de la vida capaz de construir comunidad”. Como él mismo preguntó, ¿para qué sirve un sistema económico si no pone en el centro al ser humano, especialmente al más débil?. La respuesta del cooperativismo resuena hoy más fuerte que nunca.

(*)Fundación Pro.Y.E.C.T.Ar, Abogado, Profesor Universitario en Teología.

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